¿Qué es la dislocación de la glándula nictitante?
Dislocación de la glándula nictitante es una condición también conocida como prolapso o protrusión de la glándula de la membrana nictitante.
Los perros tienen un tercer párpado ubicado dentro del párpado inferior, también llamado membrana nictitante que sirve como una capa protectora adicional para el ojo. Dentro de este párpado hay una glándula que produce una porción significativa de la película lagrimal. Se llama glándula lagrimal accesoria.
Ocurre que esta glándula se prolapsa, es decir que se sale de su compartimento anatómico y entonces hablamos de luxación de la glándula nictitante.
¿Cuáles son los síntomas de la dislocación de la glándula nictitante en perros?
En caso de prolapso de la glándula de la membrana nictitante, se observa una masa roja, lisa e hinchada en el párpado inferior, en el ángulo interno del ojo.
Los anglosajones llaman a esta condición "ojo de cereza" (o "ojo de cereza" ) ya que este tamaño puede hacerte pensar en la apariencia de una cereza.
Suele ser de aparición repentina y afecta principalmente a perros jóvenes menores de 2 años. Un ojo o ambos ojos pueden verse afectados. La luxación aparece de manera intermitente al principio pero en la mayoría de los casos luego se vuelve crónica y permanente.
La exposición de la glándula al aire libre provoca irritación, por lo que la afección suele ir acompañada de conjuntivitis.
Se sabe que algunos perros tienen una predisposición racial a esta afección, como el cocker spaniel americano, el beagle, el gran danés, el cane corso y los perros braquicéfalos (razas de perros con el cráneo corto y el hocico "aplanado" ).
¿Cómo se trata esta condición?
El tratamiento consiste en la extirpación o sustitución quirúrgica de la glándula del tercer párpado. A menudo se prefiere el reemplazo a la extracción para evitar el riesgo de desarrollar queratoconjuntivitis seca. Estos procedimientos se realizan bajo anestesia general del animal.
El tratamiento debe realizarse lo antes posible para minimizar el daño permanente en el ojo o la glándula.
En la mayoría de los casos, la glándula vuelve a su función normal unas semanas después de la operación. Sin embargo, en el 5 al 20 % de los casos, la afección puede reaparecer y requerir más cirugía.